De los videojuegos al quirófano: reflexiones de un cirujano gamer
Cuando era adolescente, descubrí los videojuegos. Llegué un poco tarde, tenía 13 ó 14 años cuando me compraron mi primera consola, una SEGA Game Gear. Aquello fue un descubrimiento alucinante para mí. No fui un niño con muchas consolas, prácticamente de aquella Game Gear pasé al PC. No tuve una Super Nintendo, ni una GameCube, ni una PlayStation —ya me hubiera gustado. Pero eso no impidió que los videojuegos formaran parte de mi vida. Recuerdo a mis padres y maestros advirtiendo sobre los peligros de tanto videojuego: que si iba a arruinarme la vista, que si perdería el tiempo en lugar de estudiar, que si jamás desarrollaría habilidades “útiles” para la vida real. Para colmo, la imagen del videojugador era la de un chico aislado socialmente, poco deportista, enfrascado en un pasatiempo considerado frívolo o incluso dañino. Irónicamente, años más tarde me convertí en cirujano de mano —una profesión que exige precisamente coordinación ojo-mano fina, reflejos rápidos y habilidad para trabajar en entornos tridimensionales a través de una pantalla. ¿Podría ser que aquellas tardes con Sonic o Shinobi en realidad me preparaban para el quirófano sin saberlo?
De pasatiempo estigmatizado a herramienta quirúrgica inesperada
En mi época de estudiante de medicina, todavía persistía cierto estigma hacia los videojuegos. Yo los relegué un poco, por falta de tiempo, lógicamente. Pero no dejaba de echar mis partidas; recuerdo aquellas competiciones en gp4spain (en sus inicios), o trasnochar esperando que llegaran tus naves a tu planeta en ogame, para poder sacarlas antes de que las destruyeran. Incluso entonces, antes de los estudios científicos, siempre pensé que todo eso tendría que representar un beneficio para ciertas técnicas o para mejorar la imagen tridimensional.
La literatura médica ha comenzado a explorar esta conexión. La idea de que los videojuegos puedan mejorar las habilidades quirúrgicas no es descabellada ni nueva. Un estudio pionero del año 2007, del Dr. James Rosser, encontró que cirujanos con experiencia en videojuegos (más de 3 horas a la semana) cometían 37% menos errores y completaban las tareas 27% más rápido en simuladores laparoscópicos comparados con colegas no jugadores. De hecho, Rosser se sorprendió al descubrir que la correlación entre habilidad con videojuegos y rendimiento quirúrgico era más fuerte que factores tradicionales como la edad, los años de entrenamiento o incluso el número de cirugías realizadas. Aquel residente que pasaba sus ratos libres con la consola podía, en ciertos aspectos técnicos, superar a un cirujano veterano que nunca tocó un mando. Para la época, esto sonaba revolucionario. Algunos estudios respaldaban esta conexión entre videojuegos y cirugía, y otros no encontraban resultados tan claros. Pero comenzamos a cuestionar el prejuicio: quizá mis horas frente a la pantalla no habían sido un desperdicio después de todo.
El estudio RS3 (2024): videojuegos y cirugía robótica
Avancemos al pasado más reciente, año 2024. Se ha publicado un nuevo estudio en Journal of Pediatric Surgery Open, conocido como el RS3 Study (“Robotic Surgical Simulator Study”), que investiga justamente este tema. El RS3 analiza el impacto de haber jugado videojuegos y/o tocado instrumentos musicales en el desempeño dentro de un simulador de cirugía robótica. Yo no hago cirugía robótica, pero sí artroscopia con frecuencia, y creo que puede ser extrapolable.
¿Qué descubrieron? En un grupo de 27 participantes, aquellos con historial gamer obtuvieron un 33% más de puntuación en el simulador robótico. Un 33% es una diferencia enorme; podría equivaler a la distancia entre apenas aprobar un examen práctico y hacerlo con nota sobresaliente. Esto confirma científicamente algo que yo había intuido hace tiempo. Además, el estudio halló que no había diferencias significativas entre médicos en formación y cirujanos consolidados con experiencia en laparoscopia, siempre que tuvieran hábitos gamers similares. Es decir, en el simulador, un residente gamer podía rendir tan bien como un cirujano con decenas de operaciones reales. ¡Impresionante! Esto resalta cuán valiosas pueden ser las habilidades adquiridas jugando videojuegos.
Esto no quiere decir que unos cirujanos sean mejores que otros: eso no se mide solo por la técnica. Factores como el conocimiento, la toma de decisiones o la gestión de complicaciones también son clave.
El estudio también exploró el ángulo de la música. Toda la vida hemos escuchado que tocar un instrumento desarrolla destrezas cerebrales y motoras finas. ¿Un pianista tendría ventaja con un robot quirúrgico? Según los resultados, tocar un instrumento en general no mostró efecto significativo en el rendimiento. Pero los que tocaban piano tendieron a rendir mejor (30% más de puntuación de media), aunque la muestra era pequeña. Yo toco la guitarra hace años, pero ahora estoy intentando aprender piano. ¿Será que la coordinación bimanual del piano tiene paralelismos con manejar las dos manos en artroscopia o microcirugía? Puede ser. Ambos exigen que cada mano actúe de forma distinta pero coordinada. Quizá futuras investigaciones lo confirmen.
Otra observación interesante del RS3: la curva de aprendizaje acelerada. Tras una primera ronda de ejercicios, los participantes descansaban y repetían las tareas. En la segunda vuelta, mejoraron hasta un 22% en ciertos ejercicios. Una sola sesión produjo una mejora notable. Los autores subrayan el valor del entrenamiento virtual antes de operar pacientes reales. Recuerdo mis primeras experiencias con simuladores: desastroso al principio, pero rápidamente mejoraba. Poder cometer errores sin consecuencias reales es oro para la formación. Y si ya traes habilidades “de casa”, como las que da jugar, partes con ventaja.
Videojuegos y destrezas quirúrgicas: una experiencia personal
Leyendo el RS3, hice un viaje personal en el tiempo. Recordé tantas tardes con mis juegos favoritos y pensé en lo que me aportaron. Estas son algunas habilidades “ocultas” que este pasatiempo me inculcó:
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Coordinación visomotora: los reflejos adquiridos se traducen hoy en precisión quirúrgica.
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Visión espacial en 3D: muy similar a interpretar imágenes artroscópicas.
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Decisión rápida bajo presión: útil ante complicaciones intraoperatorias.
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Perseverancia y tolerancia a la frustración: clave ante cirugías complejas o contratiempos.
Como cirujano de mano, especializado en microcirugía y artroscopia de muñeca, donde la destreza manual es esencial, agradezco ese “entrenamiento”. No me resultó difícil triangular la primera vez que hice una artroscopia. Quizás esa “experiencia previa” ayuda. La vida da vueltas: aquello por lo que me regañaron resultó ser útil en mi carrera.
El RS3 valida con datos lo que muchos sospechábamos. Ver esas conclusiones publicadas es un pequeño triunfo personal. Claro que no hace falta ser gamer para ser cirujano, ni conviene cambiar estudiar anatomía por Mario Kart. Pero no hay que demonizar el videojuego; puede ser un aliado formativo. En mi experiencia, el equilibrio es clave. Los videojuegos me dieron destrezas; la medicina, la madurez para aplicarlas. Confirmar que esos mundos virtuales también me estaban educando es reconfortante.
Simulación quirúrgica: cuando la cirugía parece un juego
Hoy la simulación quirúrgica está en auge. En robótica, laparoscopia y más, los simuladores son clave en la formación. Permiten practicar sin riesgo para el paciente, aceleran la curva de aprendizaje y mejoran la seguridad.
Lo más sorprendente es ver cómo la tecnología de videojuegos se integra directamente en medicina. En 2024, un equipo suizo realizó una endoscopia remota en un cerdo vivo en Hong Kong usando un control de PlayStation 3 modificado. Guiaron un endoscopio magnético y tomaron biopsias a 9.000 km de distancia. Hace años esto habría sonado a ciencia ficción. Hoy es realidad. Este tipo de experimentos muestra un futuro donde la telecirugía y la tecnología gamer pueden ir de la mano.
Reflexión final: formación quirúrgica y videojuegos
Como cirujano y ex gamer, es emocionante ver cómo cambió la percepción social. Lo que antes era “ocio improductivo” ahora se reconoce como valor añadido en la formación quirúrgica. La brecha generacional se acorta. Mis predecesores quizás no jugaban, pero hoy muchos residentes sí, y eso puede jugar a su favor.
El futuro apunta a la realidad virtual y aumentada. Son múltiples los campos donde estas tecnologías pueden aportar.
Es curioso admitir que los videojuegos pueden beneficiar una actividad tan especializada. Me alegra, porque nunca pensé que hicieran mal (más allá de quitar tiempo). Son un hobbie con pros y contras.
¿Se incorporarán a un programa formativo? Creo que no veremos sesiones de FIFA para entrenar cirujanos, pero sí simuladores quirúrgicos con mecánicas de juego. Lo cierto es que cada vez más adultos que fueron gamers en su adolescencia siguen disfrutándolos. Yo soy uno de ellos.
¿Tú qué opinas? ¿Juegas videojuegos? Te leo en los comentarios.
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