Fractura de escafoides: diagnóstico y tratamiento

La fractura de escafoides es la segunda fractura más frecuente de los huesos de la muñeca, solo superada por la del radio distal. Son fracturas que pueden ser difíciles de diagnosticar y tratar debido a la anatomía compleja del escafoides, que dificulta la visualización de las líneas de fractura.

¿Cómo se produce la fractura de escafoides?

Suele aparecer tras un traumatismo, habitualmente una caída con apoyo forzado sobre la mano. El síntoma clave es el dolor en el borde radial de la muñeca, en la base del pulgar.

Diagnóstico: pruebas y signos clave

El diagnóstico comienza con la sospecha clínica. Estos son los principales signos:

  • Dolor en la tabaquera anatómica: espacio en la base del pulgar donde se palpa el escafoides.
  • Dolor con la carga axial del pulgar.
  • Dolor en la tuberosidad del escafoides.
  • Dolor con la desviación cubital de la muñeca.
  • Dolor con la supinación contra resistencia.

La prueba inicial suele ser la radiografía de muñeca en 4 proyecciones específicas para escafoides. Sin embargo, la fractura puede no verse en un primer momento si no está desplazada. En estos casos, si hay alta sospecha clínica, se recomienda inmovilizar con yeso y reevaluar en 2-3 semanas.

Si las radiografías no son concluyentes, se puede recurrir a la tomografía axial computerizada (TAC) o la resonancia magnética (RNM), que ofrecen mayor sensibilidad.

Tratamiento conservador

Cuando la fractura no está desplazada, se mantiene la inmovilización durante 6 a 8 semanas. Actualmente no se considera necesario incluir el codo ni el primer dedo en la inmovilización. A las 2 semanas se repiten las radiografías para confirmar la fractura y comprobar su evolución.

Si tras dos semanas no se observa fractura y el dolor ha desaparecido, se retira la inmovilización y se sigue un tratamiento sintomático con reposo relativo, reevaluando si reaparecen los síntomas.

Tratamiento quirúrgico

El tratamiento quirúrgico está indicado en fracturas desplazadas o con angulación significativa, para reducir el riesgo de pseudoartrosis y mejorar el pronóstico a largo plazo.

En fracturas mínimamente desplazadas o casos en los que el tratamiento conservador no parece eficaz, la decisión es más compleja. Mi consejo es individualizar el tratamiento considerando:

  • Edad y actividad del paciente.
  • Factores de riesgo personales.
  • Información clara y compartida sobre riesgos y beneficios.

Aunque no hay diferencias significativas a largo plazo entre tratamiento conservador y quirúrgico, la cirugía puede permitir un retorno más rápido a la actividad habitual, aunque añade riesgos inherentes al procedimiento.

Técnica quirúrgica habitual

En mi práctica realizo cirugía percutánea con tornillo intramedular, generalmente asistida por artroscopia para mejorar la reducción y descartar lesiones asociadas. Otras técnicas incluyen el uso de placas, agujas de Kirschner o injertos, que suelen reservarse para casos más complejos o pseudoartrosis.

Tras la cirugía, la inmovilización es de al menos 4 semanas, ajustando según evolución y controles radiográficos. Posteriormente, la rehabilitación es clave para recuperar la movilidad y fortalecer la musculatura.

Importancia de un diagnóstico precoz

Es fundamental un diagnóstico y tratamiento precoces. Una fractura de escafoides no tratada adecuadamente puede derivar en pseudoartrosis y desgaste irreversible de la articulación, con dolor crónico y secuelas graves. A veces, el dolor inicial es leve y se supera, pero el daño articular sigue avanzando silenciosamente.

Conclusión

La fractura de escafoides es una lesión potencialmente grave que requiere una evaluación cuidadosa y un seguimiento estrecho. Ante cualquier sospecha, consulta con un especialista en traumatología para evitar complicaciones a largo plazo.

Si te interesa que profundicemos en las opciones quirúrgicas o en el tratamiento de la pseudoartrosis de escafoides, ¡déjalo en los comentarios y lo abordaremos en un próximo artículo!